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dimarts, 25 de novembre del 2014

LOS NIÑOS DEL CURA de Vinko Bresan ELS NENS DEL CAPELLÀ de Vinko Bresan



Se ha estrenado esta semana una película croata, casi a escondidas, no sé si por cubrir la cuota de cine europeo, o por su tema que puede auyentar de las salas a gente de ideas conservadoras. Pero el tema es interesante, y el director Vinko Bresan sabe afrontarlo sin caer en las groserías que otros hubieran caído.
El tema es demoledor, pleno de humor negro muy de allí y que recuerda mucho a Emir Kusturica, el más internacional cineasta de la antigua Yugoslavia. Narra que un joven sacerdote, el Padre Fabián (Kresimir Mesic), al ver el bajísimo índice de natalidad de la isla en donde trabaja y que es superado por el número de muertes, decide, con la complicidad del tímido quiosquero Petar (Niksa Butijer) y el chiflado farmacéutico Marin (Drazen Kühn), perforar los preservativos que ambos venden a los hombres de la isla y así conseguir que nazcan más niños. La noticia de la repentina subida de la natalidad correrá por todo el país, saldrá en televisión y llegarán turistas extranjeras a quedarse embarazadas allí.
Todo es contado por el propio sacerdote a un colega años después, en confesión, enfermo en una clínica. Como si fuera uno de aquellos pueblos de las obras maestras de Berlanga, cada habitante del mismo es peculiar, con sus alegrías, sus secretos, sus frustraciones y sus peculiaridades, aunque esto último sería más propio de Fellini.
La actitud del Padre Fabián no podemos calificarla de fanatismo, pues es honrado y sincero. Obra así al ver que el viejo cura con el que comparte la parroquia es más popular que él, e intenta hacer algo por sus conciudadanos. Y le lleva a meterse en monumentales enredos, que suelen tener desenlaces inesperados, uno de los grandes aciertos del guión, al darle la vuelta a situaciones que podrían parecer previsibles y darnos sorpresas, como en el mejor capítulo de los Simpson.
Asimismo, el director sabe crear suspense alrededor del bebé abandonado ante la parroquia y que alguien deja un jersey tejido a mano con el nombre de José. Al final se descubre el enigma, relacionado con uno de los cantantes de ópera más famosos del mundo, a través de uno de los personajes más peculiares de la película, una mujer loca que anda por el pueblo de manera peculiar.
Tampoco se priva la película de satirizar la sociedad croata, tanto en lo religioso como en lo político, como le pasa al farmacéutico Marin, traumatizado por la terrible guerra fratricida que arrasó el país dos décadas antes, y que desconfía de todo el mundo, llegando a comportarse en algún momento como si fuera un Rambo de tercera clase, siempre dentro de la sátira general que es toda la película.
Es de esas películas de pequeños detalles, algo que las cinematografías que no son Hollywood saben mostrar, que muestran personajes de carne y hueso pero que no caen en lo de mostrar gente buena buenísima o mala malísima, de una pieza. Incluso uno de los personajes que comete un acto terrible es visto con compasión. Y sin olvidar todo lo que forma a las sociedades de la ex Yugoslavia, con el trauma de su guerra civil que durará generaciones, como cuando varias religiones podían convivir juntas en varias zonas, y ahora creen algunos que si no se procrean más niños se repoblará con gente de creencias diferentes. De paso, esta película es aire fresco en la cinematografía de Europa del Este, demasiado dominada por los dramas duros sin concesiones.

LOS NIÑOS DEL CURA: * * * *

"ELS NENS DEL CAPELLÀ" de Vinko Bresan

S'ha estrenat aquesta setmana una pel·lícula croata, gairebé d'amagat, no sé si per cobrir la quota de cinema europeu, o pel seu tema que pot fer fora de les sales a gent d'idees conservadores. Però el tema és interessant, i el director Vinko Bresan sap afrontar-lo sense caure en grolleries que d’altres haguessin caigut.
El tema és demolidor, ple d'humor negre molt d'allà i que recorda molt l’Emir Kusturica, el més internacional cineasta de l'antiga Iugoslàvia. Narra que un jove capellà, Mossèn Fabián (Kresimir Mesic), en veure el baixíssim índex de natalitat de l'illa on hi treballa i que és superat pel nombre de morts, decideix, amb la complicitat del tímid quiosquer Petar (Niksa Butijer) i el sonat farmacèutic Marin (Drazen Kühn), perforar els preservatius que tots dos venen als homes de la illa i així aconseguir que neixin més nens. La notícia de la sobtada pujada de la natalitat s’escamparà per tot el país, hi sortirà a la televisió i arribaran turistes estrangeres a quedar-s’hi embarassades.
Tot és explicat pel mateix capellà a un col·lega anys després, en confessió, malalt a una clínica. Com si fos un d'aquells pobles de les obres mestres de Berlanga, cada habitant del mateix és peculiar, amb les seves alegries, els seus secrets, les seves frustracions i les seves peculiaritats, tot i que això últim seria més propi de Fellini.
L'actitud de Mossèn Fabián no podem qualificar-la de fanatisme, ja que és honrat i sincer. Fa tot això en veure que el vell capellà amb el qual comparteix la parròquia és més popular que ell, i intenta fer alguna cosa pels seus conciutadans. I el duu a ficar-se en monumentals embolics, que solen tenir desenllaços inesperats, un dels grans encerts del guió, en girar el mitjó a situacions que podrien semblar previsibles i donar-nos sorpreses, com al millor capítol dels Simpson.
Tanmateix, el director sap crear suspens al voltant del nadó abandonat davant la parròquia i que algú deixa un jersei teixit a mà amb el nom de José. Al final es descobreix l'enigma, relacionat amb un dels cantants d'òpera més famosos del món, a través d'un dels personatges més peculiars de la pel·lícula, una dona boja que camina pel poble d’una manera peculiar.
Tampoc deixa la pel·lícula de satiritzar la societat croata, tant en d’allò religiós com en el tema polític, com li passa al farmacèutic Marin, traumatitzat per la terrible guerra fratricida que va arrasar el país dues dècades abans, i que desconfia de tothom, arribant a comportar-se en algun moment igual que un Rambo de tercera classe, sempre dins de la sàtira general que és tota la pel·lícula.
És d'aquestes pel·lícules de petits detalls, cosa que les cinematografies que no són pas Hollywood saben mostrar-nos, que mostren personatges de carn i ossos però que no cauen en allò de mostrar-nos gent bona boníssima o dolenta dolentíssima, d'una peça. Fins i tot un dels personatges que fa un acte terrible és vist amb compassió. I sense oblidar tot l’entramat de les societats a l'ex Iugoslàvia, amb el trauma de la seva guerra civil que durarà generacions, com quan diverses religions hi podien conviure plegades en diverses zones, i ara creuen alguns que si no procreen més nens, s’hi repoblarà amb gent de creences diferents. Alhora, aquesta pel·lícula és una bufada d’aire fresc dins la cinematografia d'Europa de l'Est, massa dominada pels drames durs sense concessions.

ELS NENS DEL CAPELLÀ: * * * *


http://www.imdb.com/title/tt2395421/?ref_=fn_al_tt_1





CUENTOS DE TOKIO de Yasuhiro Ozu CONTES DE TÒQUIO de Yasuhiro Ozu



La distribuidora cinematográfica A Contracorriente Films ha tenido la gran idea de ir reestrenando obras maestras del cine, la mayoría de ellas en copias restauradas o en su versión íntegra. Lo hizo hace dos meses con “Cinema Paradiso”, lo hará estos días con otra maravilla del cine italiano, “La dolce vita”, y también lo hará con un clásico del cine japonés de los años 1950, “Cuentos de Tokio”.
Al verla, os recordará a “Una familia de Tokio”, que era un remake actualizando la historia original y cambiando algunos aspectos. La original se desarrolla en 1953, cuando el maduro matrimonio Hirayama decide visitar a sus hijos, que han emigrado a la gran ciudad (Tokio). Un hijo es médico, una hija lleva una peluquería y el tercer hijo no vive, ya que murió en la guerra y visitarán a Noriko, su viuda, que trabaja en una oficina.
El matrimonio tiene que cambiar de casa para dormir, incluso duerme en un hotel, pero lo abandonan ante el jaleo que arman los clientes de allí, algo a lo que ellos no están acostumbrados. Cuando vuelvan a su casa, la madre caerá gravemente enferma, y todos tendrán que juntarse en tan difícil momento, aunque luego sus vidas privadas les obliguen a volver a sus casas. 
La película está filmada colocando la cámara en una posición baja, la misma de la posición del loto, manera de filmar del director Yasuhiro Ozu, uno de los de la mejor época del cine japonés, aunque sea Akira Kurosawa el más conocido en Occidente.
La narración es pausada, algo normal en el estilo japonés de la época, al contrario que el ritmo más rápido de Kurosawa. Sólo hay que saber dejarse llevar para sentir lo que nos propone el director, ponernos en el lugar del matrimonio maduro que apenas ha salido de donde vive para ver la gran ciudad, con sus prisas, con sus agobios, incluso con sus mezquindades, que ha cambiado a los hijos, que no tienen tiempo de atender a los padres.
Nos identificaremos con el padre, y con su nuera Noriko, que lleva años viuda y no ha querido volver a casarse. Aunque parezca que la película habla de ciertos detalles morales que hoy en día están anticuados, sabe eludirlos con la postura tolerante del padre, que llega a aconsejar a Noriko que vuelva a casarse, ya que su hijo está muerto y no se puede cambiar. Conmueve mucho la dulzura con que él le dice a su nuera: “Hemos desperdigado hijos por el mundo, y tú, sin ser de la familia, has hecho mucho más por nosotros que todos ellos. Gracias, muchas gracias”.
El ritmo pausado parece hacernos sentir que no pasa nada importante, pero sí que pasa. Detalles importantes de la vida misma, mostrados de manera sencilla y profunda a la vez, sin necesidad de grandes discursos pero tampoco sin ser superficial. Tampoco condena a los personajes que parezcan egoístas, los acepta como son. Habla de la diferencia entre campo y ciudad, y de cómo se occidentalizaba Japón, cambiando incluso la tradición familiar.
Y no deja ocasión Yasuhiro Ozu de mostrar que su protagonista también puede cometer errores, como cuando se encuentra en Tokio con un viejo amigo y protagoniza una monumental borrachera en un bar hasta la madrugada. Ambos tenían hijos muertos en la guerra, y se explicaban sus batallitas en medio de vasos de sake.
Un tipo de cine que ya no se hace, por esa obsesión en efectos especiales, persecuciones y peleas, pero nos gustan las historias humanas, locales pero universales a la vez, ya que lo de los ancianos rurales en la gran ciudad pasa en cualquier lugar del mundo.

CUENTOS DE TOKIO: * * * * *

"CONTES DE TÒQUIO" de Yasuhiro Ozu

La distribuïdora cinematogràfica A Contracorriente Films ha tingut la gran idea d'anar reestrenant obres mestres del cinema, la majoria d'elles amb còpies restaurades o dins la seva versió íntegra. Ho va fer fa dos mesos amb "Cinema Paradiso", ho farà aquests dies amb una altra meravella del cinema italià, "La dolce vita", i també ho farà amb un clàssic del cinema japonès dels anys 1950, "Contes de Tòquio".
En veure-la, us recordarà tanmateix "Una família de Tòquio", que era un remake, tot actualitzant la història original i canviant d’alguns aspectes. L'original es desenvolupa l’any 1953, quan el madur matrimoni Hirayama decideix visitar els seus fills, que han emigrat cap a la gran ciutat (Tòquio). Un fill és metge, una filla té una perruqueria i el tercer fill no viu, ja que va morir a la guerra i visitaran la Noriko, la seva vídua, que hi treballa a una oficina.
El matrimoni ha de canviar de casa per dormir, fins i tot hi dorm a un hotel, però l'abandonen pel rebombori que hi fan els clients, cosa a la que ells no estan gens acostumats. Quan tornan cap a casa, la mare caurà greument malalta, i tots hauran de ajuntar-se en tan difícil moment, encara que després les seves vides privades els obliguin a tornar a casa.
La pel·lícula està filmada tot col·locant la càmera dins una posició baixa, la mateixa de la posició del lotus, l’estil de filmar del director Yasuhiro Ozu, un dels de la millor època del cinema japonès, tot i que sigui Akira Kurosawa el més conegut a Occident.
La narració és pausada, cosa normal en l'estil japonès de l'època, al contrari que el ritme més ràpid de Kurosawa. Només cal saber deixar-se portar per sentir allò que ens proposa el director, posar-nos al lloc del matrimoni madur, que tot just ha sortit d'on viu per veure la gran ciutat, amb les seves presses, amb els seus problemes, fins i tot amb les seves mesquineses, que ha canviat als fills, que no tenen temps d'atendre els pares.
Ens identificarem amb el pare, i amb la seva nora, la Noriko, que fa anys que és vídua i no ha volgut tornar a casar-se. Encara que sembli que la pel·lícula parla d’uns certs detalls morals que avui dia son antiquats, sap eludir-los amb la visió tolerant del pare, que arriba a aconsellar la Noriko que torni a casar-se, ja que el seu fill és mort i això no es pot canviar. Commou molt la dolçor amb què ell li diu a la seva nora: "Hem escampat fills pel món, i tu, sense ser de la família, has fet molt més per nosaltres que no pas tots ells. Gràcies, moltes gràcies ".
El ritme pausat sembla fer-nos sentir que no passa res d’important, però sí que passa. Detalls importants de la vida mateixa, mostrats amb un estil senzill i profund alhora, sense caldre de grans discursos, però tampoc sense ser superficial. Tampoc condemna als personatges que semblin egoistes, els accepta com són. Parla de la diferència entre camp i ciutat, i de com s’occidentalitzava el Japó, canviant fins i tot la tradició familiar.
I no deixa ocasió Yasuhiro Ozu de mostrar-nos que el seu protagonista també pot cometre errors, com quan es troba a Tòquio amb un vell amic i protagonitza una monumental borratxera dins un bar fins a la matinada. Tots dos tenien fills morts a la guerra, i s'explicaven les seves batalletes enmig de gots de sake.
Un tipus de cinema que ja no es fa, per aquesta obsessió en efectes especials, persecucions i baralles, però ens agraden les històries humanes, locals però universals alhora, ja que això de la gent gran rural a la gran ciutat hi passa en qualsevol lloc del món.


CONTES DE TÒQUIO: * * * * * 

http://www.imdb.com/title/tt0046438/?ref_=fn_al_tt_1

http://youtu.be/wwS0dv4TB9g

http://youtu.be/m9xQCEnWGK8